jueves, 24 de enero de 2008

Jeroglíficos (I)

Ya lo dije. Las bibliotecas y yo somos grandes compañeras, yo nunca las dejo solas y ellas fomentan mi lado creativo. Pequeñas poesías y cancioncillas no dejan de brotar en mi mente...

Mi pequeña acondro
junto al arcoiris vaaaaa
(con música de Mi Pequeño Pony)

Ésta y muchas otras rimas no paran de surgir en los momentos críticos en los que tu cabeza te dice quédate, pero tu corazón te grita "¡Hora de fumaaaar!". Es entonces cuando la biblioteca te echa un cable, acentúa tu vena artística (otros lo llaman payasadas) para que sepas que cuando salgas por la puerta dejarás de reirte, aunque si te quedas las miradas de la gente de tu alrededor pueden llegar a matarte.

Y tras esta pequeña aclaración llegamos al objeto de esta actualización. Porque cuando estás bajo el influjo bibliotequero y tu musa es un filólogo inglés amante de House, intentas unir tu lado artístico con su lado lingüístico sin olvidar que vas pa' médico. Y este es el resultado:















¿Virus causante de los hepatomas?
La respuesta, en el próximo número de
.. .. ..Jeroglífico

martes, 22 de enero de 2008

Estamos en enero, y los exámenes no perdonan

Hora de recopilar apuntes, sacarles el polvo a las asignaturas pendientes y, por supuesto, ya olvidadas, y ¡hora de volver a la biblioteca!

Sí, soy rara, pero me encantan esas horas eternas encerrada en una sala llena de libros y suciedad (me recuerda a mi habitación).



Intentas madrugar, pero no lo consigues. Te levantas a eso de las 10, buscando el móvil entre las sábanas para apagar esa maldita alarma. Te pones lo primero que encuentras, intentando combinar al máximo los colores de la ropa (aunque esos ojitos de moucho no te lo facilitan demasiado). Miras el reloj y te das cuenta de que llegas tarde, porque quedaste en pasar a recoger a alguien en el culo del mundo dentro de 10 minutos.



Sales corriendo de casa, llamas el ascensor, y justo cuando entras te acuerdas de que no cogiste los apuntes. Esos malditos apuntes, que si los divides en dos y los unes con un palo bien sirven para batir el record mundial de halterofilia. Entonces vuelves a casa, rebuscas, coges las cuatro carpetas que necesitas y bajas corriendo a por el coche. Tráfico al salir del garage (maldito mercadillo, las bragas a 3 euros me las compro en Oysho, que son más monas) y carrerón hasta el culo del mundo.



Por fin, después de nadie-sabe-cuántos kilómetros llegas a la facultad, bajas a la biblioteca, tiras tu cargamento de folios encima de la mesa, los taponcitos naranjas y ves que tu novio, a por el que fuiste al culo del mundo, te dice: "nena, déjame la DS".



Por delante, muchas horas de estudio, pero.. .. ..



.. .. ..estamos en enero, y los exámenes no perdonan.

lunes, 21 de enero de 2008

Nunca cerramos por vacaciones

Demasiados años escuchando las maravillas de la vida del estudiante universitario.

Las vacaciones de verano, que duran de julio a octubre; poder faltar a clase, pues nadie exige asistencia; un par de meses de estrés al año, pero todavía quedan diez para salir de juerga (de jueves a sábado, y si nos ponemos tiquismiquis, el miércoles también es un día perfecto para una buena fiesta), no hacer nada en todo el día y disfrutar del ocio ininterrumpido.

Pero todos esos tópicos se rompen al entrar en la Facultad de Medicina. ¿Qué son las vacaciones? Ah, es cierto, es ese tiempo libre que tiene todo el mundo en verano mientras nosotros nos pasamos un mes de prácticas y otro bronceándonos con los fluorescentes de la biblioteca. ¿Faltar a clase? Claro que sí, pero no para quedarte durmiendo en cama, sino para recorrerte decenas de fotocopiadoras en busca de los apuntes malditos. ¿Dos meses de estrés? Jajajaja, si se refieren a dos meses de Júpiter quizás. Y sobre todo, ¿salir los jueves? A menos que decidas una borrachera épica, acabes en el hospital y ya reenganches con las prácticas del viernes.. .. ..

Ya lo ven, señores, que "non todo é o que parece". Es dicho popular, somos los pringaos del campus y .. .. ..

Nunca cerramos por vacaciones